Hoy en día podemos encontrar artículos, videos y
publicaciones en los que nos dicen a los profesores y entrenadores de tenis
cómo organizar las clases de tenis base.
En esta ocasión intentare
plasmar aquellos parámetros que son fundamentales para el buen funcionamiento
de las mismas.
Como dice el refranero popular: “cada maestrillo, tiene su
librillo”. Existen maneras casi infinitas de dar una buena clase de mini tenis,
siempre y cuando partamos de una correcta ética de trabajo. Podríamos
consensuar que tratar de transmitir o enseñar lo máximo posible en cada sesión,
debería ser objetivo irrenunciable de cualquier profesional del campo de la
enseñanza.
Tomando como punto de partida la pasión, considero que existen tres
pilares o conceptos fundamentales a tener en cuenta para conseguir que nuestras
sesiones sean eficientes y eficaces: el lenguaje, la disciplina y la diversidad
de las sesiones.
A los lectores pudiera parecerles que son conceptos
aleatorios o que no tienen demasiado que ver unos con otros, ya que abarcan
campos muy diferentes como la comunicación, el comportamiento y la metodología.
Pudieran resultar campos aislados entre si, pero trataré de explicar la
conexión entre ellos a fin de justificar el título de este artículo.
El lenguaje será el elemento que más nos ayude a crear un ambiente idóneo para aprendizaje y para el buen desarrollo de las sesiones durante la temporada.
Debemos intentar utilizarlo de una determinada forma, que paso a enumerar a continuación:
1- Los mensajes deben ser concretos y sencillos: si tratamos
con niños, sobre todo a edades tempranas, debemos tener en cuenta que su forma
de pensar es muy concreta, en contra de la de los adultos, más vaga y
abstracta. Si queremos que sigan una instrucción hemos de darla de forma
precisa: en lugar de decir “cuida del material” podemos decirles “intentad
mantener la raqueta en la mano”. Podríamos decir “no tiréis la raqueta” pero el
mensaje es negativo y surtirá menos efecto.
2- Debemos asegurarnos de que el niño/a está escuchando:
llamarles por su nombre y esperar a que haya intercambio visual con el
alumno/a. No sirve de nada tratar de dar una instrucción si está haciendo otra
cosa que poco tiene que ver con el ejercicio en cuestión.
3- Pedir las cosas de forma sencilla y concisa: un ejemplo
que siempre me llama la atención es el de decirle a un alumno la frase: “a
recoger”. Si es durante el ejercicio, debemos indicar cuántas pelotas deben
recoger; de no hacerlo, suelen pasar dos cosas: o bien se entretienen
recogiendo más pelotas de las necesarias y no regresan a continuar con el
ejercicio manteniendo el ritmo requerido o responden a nuestra instrucción
preguntando: “¿y cuántas recojo?”.
4- Ser amable y correcto al hablar: expresiones como “por
favor” y “gracias” antes y después de la realización de una petición o acción
hace que los niños sientan que se establece una relación de respeto. Incluso
ese niño/a más “movido” o “menos obediente” acabará utilizando ambas palabras
asiduamente.
5- Gratificar al niño/a por su adecuado comportamiento. Este
punto puede generar controversia, pero utilizar un mensaje de agradecimiento o
de refuerzo positivo cuando el niño/a lo intenta, lo consiga o no, es muy
positivo para que se centren en la tarea y dejen a un lado el resultado final
del ejercicio. Gratificar también es decirle a un alumno/a: “lo has hecho
genial, en unos meses verás cómo la pelota pasa la red”. Seguro que ese niño/a
esboza una sonrisa.
El siguiente aspecto que vamos a glosar es la disciplina.
Entendido por muchos como un adjetivo cruel y perverso que trata de someter al
alumnado y llevarlo a un estado de control continuo, yo digo NO. La disciplina
genera autocontrol y hace que el alumno/a entienda los límites en cada momento.
La disciplina debería ser aquel conjunto de normas que nos permite que exista
un orden a la hora de afrontar una tarea y que permita a los demás integrantes
de un grupo disfrutar o trabajar con las menores interferencias negativas
posibles. A continuación, unas pautas acerca de este aspecto tan necesario:
Creación de unas normas comunes: todos los integrantes deben
de conocer y cumplir una serie de normas. Podemos empezar por algo simple como
instaurar que se den las buenas tardes al entrar en la pista. El alumno que no
cumpla esta norma básica no podrá comenzar la clase. Se puede hacer lo mismo
con un pequeño calentamiento. De esta manera podemos conseguir algo
fundamental: que todos los alumnos se sientan al mismo nivel.
Se puede hablar y reír en clase, pero cada cosa tiene su
momento: debemos dejar claro y reiterar que los alumnos están en un espacio de
diversión y esparcimiento, pero también de aprendizaje y desarrollo personal.
Establecer unos momentos para cada cosa favorece a toda clase de alumnos.
No
debemos permitir que aquellos alumnos que vienen porque son unos amantes del
tenis, pierdan horas y horas al año porque todo es divertimento y cháchara.
Tampoco debemos encorsetar sobremanera a aquellos alumnos que, queriendo
aprender, lo hacen de forma mas distendida. Por ello debemos marcar muy bien
los tempos y momentos de las sesiones para que se desarrolle correctamente.
Priorizar la consecuencia a la amenaza: cuidado con
amenazar. Con la amenaza el niño puede sentirse presionado y se genera un mal
clima para el aprendizaje, sin embargo, el hacerles ver las consecuencias de
una actitud incorrecta les hará reflexionar sobre la realización o no de un
acto concreto. Explicar el por qué evita que el alumno crea que nuestras
decisiones son arbitrarias.
Dar al niño/a la posibilidad de recapacitar: la aplicación
de las normas buscando la disciplina no debería ser aplicada durante toda una
sesión. Aquí es cierto que es muy importante que el entrenador/a no sea
orgulloso/a. Vamos a explicar esto con mayor detenimiento. Si “castigamos” a un
alumno/a hasta el final de la sesión nos pueden ocurrir varias cosas:
a. Listón demasiado alto para futuros toques de atención.
b. Que la sesión acabe de iniciarse y perjudicamos al
alumno/a sin darle la oportunidad de corregir su actitud y le dejamos sin poder
entrenar, que es lo que queremos que haga.
c. Que le privemos de ese “juego o ejercicio final” que
tanto le gusta cuando realmente ha hecho un buen entrenamiento.
d. Que nos acabemos arrepintiendo por haber impuesto una
penalización tan grande y, que una vez recapacitado en frío, nos demos cuenta
de que ha sido excesivo.
En cambio, si “castigamos (corregimos)” a un alumno durante
la sesión de forma puntual y durante un tiempo limitado, podemos integrar los
tres puntos anteriores en la “lección” que le queremos dar al alumno con ese
toque de atención. Para ello es muy importante que seamos capaces de seguir con
normalidad la sesión para con ese alumno.
Si el alumno se compromete a
recapacitar, NO PODEMOS disminuir la corrección o los comentarios proactivos
hacia su manera de ejecutar el ejercicio. De hacerlo, dejamos en evidencia que
no somos capaces de empatizar, entender y perdonar aquellos que tenemos la
labor de educar en los valores del deporte.
Por último, hablaré de la variación en las sesiones. Aquí me
gustaría abrir y generar un pequeño, o gran debate, entre los entrenadores.
Aquellos que defienden que el tenis es tenis y la repetición es el único camino
para enseñar frente a aquellos que tratan de dar variedad a sus sesiones, con
el fin de enganchar y generar expectativa y sorpresa clase tras clase al alumno
sin pretender reinventar el tenis. Seguramente quede claro qué posición
defiendo, sin desmerecer la otra corriente de pensamiento.
Ventajas que tiene generar sesiones diferentes semanas tras
semana en las escuelas base y mini tenis.
Aquí tienen la lista de los beneficios a ojos del alumno/a:
1- Me están enseñando muchos aspectos del deporte.
2- Tengo mucho que aprender, pero cada semana voy a dar un
pasito.
3- Vamos a marcarnos unos objetivos cuantificables, debido a
que hay un trabajo planificado.
4- Me gusta ir a clase porque me relaciono con más gente. Si
las clases son variadas y me siguen enseñando, seguiré viniendo sin la
sensación de hacer todos los días lo mismo.
5- No me quiero perder la clase, ¿hoy que tocará?
6- Me da clases un buen profesional que planifica, ordena y
busca que cada sesión sea diferente.
7- Con la gran cantidad de ejercicios diferentes, estoy
constantemente tratando de conseguir pequeños retos.
8- El profesor me sorprende cada día.
9- Me gusta y me entretiene y quiero ir más días en vez de
hacer otra actividad física más aburrida.
Recordad que la forma de hablar ayuda a aplicar la
disciplina, la disciplina nos lleva a comportarnos y realizar buenas sesiones
de entrenamiento, y generar sesiones variadas nos lleva a interesar a los
alumnos, provocando que quieran aprender y sean disciplinados.
Andatenis