El tenis es un deporte sumamente mental. Los partidos son
largos, la concentración, confianza y fortaleza mental son difíciles de
mantener por periodos prolongados de tiempo, así como recuperarlas. Hay
altibajos en estas situaciones críticas, propias de este deporte que ameritan
el buen funcionamiento del aspecto mental si se desea llegar al más alto nivel
en el deporte blanco.
El tenis se debe beneficiar de una serie de elementos
psicológicos como son: Autoestima, Control emocional, Activación, Fortaleza mental,
Visualización y Concentración.
Estos elementos son ampliamente conocidos, pero hay momentos
en los partidos en que todo este conjunto de elementos, que forman parte de
todo el bagaje psicológico que debe tener el tenista se tienen que conjugar y aparecer
con más fuerza en los momentos críticos o claves de un partido de tenis.
Un partido de tenis tiene puntos de inflexión o momentos
bisagra donde se revierten los resultados de modo notable y sorpresivo. Estas
situaciones pueden producir una fuerte desmoralización en el jugador que iba
ganando ya que ve como su inminente triunfo comienza a desmoronarse. Así se
producen pérdidas de confianza que pueden consolidar un síndrome.
A veces un punto perdido puede generar una secuencia de
puntos posteriores errados, es decir una pérdida de la sincronización y
concentración necesarias para dominar la pelota y el partido.
Esto se debe a que los puntos errados se puntúan en contra y
a que el partido no se define por tiempo sino por resultado generando una fuerte
presión psicológica en los participantes.
El deportista para jugar bien necesita acoplar un estado
mental que llamaremos sincronización. Es un estado mezcla de mística y éxtasis
muy parecido al que necesitan los músicos solo que con una dosis muy superior
de agresividad sublimada. Esta actitud se debe cuidar muy bien de no perder ya
que cuesta mucho recuperar. Y lo peor es que cuando uno la pierde la puede
tomar el rival en su contra.
Estos son verdaderos momentos psicológicos que forman parte
del atractivo del juego. La expectativa del partido es ver hasta donde los
jugadores son capaces de mantener la calma, la concentración y la fluidez
necesarias para definir los puntos. El mínimo error es capaz de marcar la
diferencia entre la victoria y la derrota. No solo se espera ver destreza sino
también autodominio personal.
Este estado de sincronización es entonces como una novia,
hay que cuidarla y tratar de no compartirla ni prestarla. Acá conviene ser muy
celoso, cuidadoso e inteligente para no perder esta condición mental óptima y
privilegiada del juego que constituye su esencia psicológica.