El español se despidió en su debut ante Cameron Norrie
El regreso de Carlos Alcaraz a París terminó antes de lo esperado. El murciano, que llegaba con la ilusión de arrancar bien la gira europea bajo techo antes de las Nitto ATP Finals de Turín, cayó en su estreno ante Cameron Norrie en un partido frustrante.
Ni el resultado ni las sensaciones acompañaron a un Alcaraz que, tras el encuentro, reconoció con total franqueza que había sido “uno de los peores partidos del año”.
“Sensaciones muy malas hoy, muy decepcionado con el nivel que he mostrado hoy, tanto técnicamente como todo, básicamente de todo”, arrancó con gesto serio.
Su tono, más abatido que en otras derrotas, reflejaba la incomodidad de una jornada en la que nada funcionó. “Hoy la verdad es que no he encontrado soluciones, incluso en el primer set que, aunque lo haya ganado, no he tenido las mejores sensaciones”.
El español, que se vio superado por la solidez del
británico, admitió haber errado en el planteamiento desde el inicio. “Sí, la
verdad es que este año la pista es bastante lenta y yo creo que he mostrado una
estrategia de juego errónea al tipo de pista y al tipo de velocidad que era”,
explicó. “Con muchos errores de primera bola, muy precipitado muchas veces, y
esto es lo que tiene cuando enfrentas a alguien que es sólido. Yo creo que él
ha jugado un partido bastante sólido. Para mí no me han salido las cosas”.
Más allá del nivel de Norrie, que fue excepcional, Alcaraz
insistió en que las sensaciones fueron irreconocibles desde el primer golpe.
“Hay que ver la cantidad de bolas, sobre todo en algunos puntos importantes,
que se me han ido por un milímetro, que a él al final le han bajado en la
línea. Son cosas que al final también influyen, sobre todo en momentos
importantes, y hoy la verdad es que no ha salido nada de mi lado o al menos esa
es la sensación que he tenido”.
El partido, que debía servir para afinar su tenis antes del gran cierre del año, acabó convirtiéndose en una especie de muro mental. “Sí, sin ninguna duda es uno de los peores partidos que he jugado en todo el año en cuanto a sensación”, admitió sin rodeos. “Wl partido de Miami fue más cuestión física más que de tenis. Hoy era prácticamente que no sentía bien la bola, no podía apretar la bola, no la tocaba bien, siempre la tocaba atrás, siempre dejaba a Cameron entrar en pista, dominar el partido… y yo la verdad es que no tenía la sensación de que podía hacer nada con las sensaciones que tenía”.
Ni la bola salía, ni el golpe respondía, ni el plan encontraba lógica. Y en una pista cubierta que debería adaptarse a su agresividad, se vio atrapado en un ritmo que no controlaba. “Una vez más, estamos jugando bajo techo, sí, pero yo creo que la velocidad de la pista es bastante lenta, lo cual he dicho que me gustaba, tal y como las sensaciones que venía entrenando. Hoy no he podido encontrar ninguna solución, me he bloqueado y al final es lo que pasa cuando también enfrentas contra alguien que juega a un buen tenis”.
En ese bloqueo, Alcaraz se mostró más humano que nunca:
consciente de que no siempre hay explicación técnica para los días grises.
“Vamos a volver a casa, vamos a entrenar y vamos a prepararnos bien porque
Turín es la última bala”, dijo con un tono de propósito. “Es un torneo muy
importante, quedan puntos y la verdad que vamos a intentar llegar de la mejor
manera posible”.
El golpe de París no cambia el balance global de una
temporada brillante, pero sí le deja un cierre amargo antes del último gran
desafío del año. A Turín llegará con la intención de reencontrarse con su mejor
versión en un torneo donde solo compiten los ocho mejores del mundo, y donde la
exigencia será máxima desde el primer día.
En su reflexión final, Alcaraz dejó entrever algo que pocas
veces se escucha de él: la decisión de no mirar atrás. Cuando le preguntaron si
volvería a ver el partido para analizarlo, fue rotundo. “Está clarísimo que
este partido no lo vuelvo a ver. Voy a intentar olvidarlo. Al final yo creo que
hay partidos y partidos. Hay partidos en los que sí que merece la pena verlos,
merece la pena ver qué ha sucedido para intentar aprender. Yo creo que de esto
no voy a sacar nada en clave, sino simplemente malas sensaciones, enfado… y yo
creo que es mejor volver a casa, olvidarlo y seguir entrenando como venía
entrenando”.
Lo decía con una calma extraña, la de quien sabe que la
lección no está en el vídeo sino en la reacción. “Este tipo de situaciones,
este tipo de partidos pueden pasar y vamos a intentar que en Turín no pase,
preparándonos de la mejor manera posible en casa”, concluyó.
Habrá que ver cómo procesa el golpe y cómo lo transforma en
energía competitiva para las Nitto ATP Finals. En su discurso no hubo
dramatismo, pero sí un reconocimiento honesto de la frustración: esa que
distingue al campeón que se exige siempre al límite. “Me he bloqueado”, dijo, y
en esa frase se condensa el resumen de un día en el que el tenis no fluyó, el
instinto no apareció y la mente se cerró.
En París, Alcaraz se fue antes de tiempo. Pero su temporada
aún tiene una gran cita pendiente: Turín. Allí no solo buscará cerrar el año
con un título, sino también con una sensación completamente distinta. Porque si
algo caracteriza al No. 1 del mundo es su capacidad para resetearse y volver
con más fuerza. Y si algo dejó claro en París es que, incluso en los días más
difíciles, la autocrítica sigue siendo el motor que lo empuja hacia adelante.
