En primer lugar, nos gustaría aclarar que entendemos como concepto de fuerza, lo cual, es fundamental a la hora de orientar nuestro trabajo.
Existen gran cantidad de definiciones, y como es evidente, en función
del concepto de fuerza que entendamos, nuestro trabajo se focalizará en unas u
otras adaptaciones.
Una de las grandes referencias en fisiología de ejercicio
como Wilmore y Costill (1999) definen la fuerza como la máxima tensión que un
músculo o grupo muscular pueden generar. Pero esta definición tiene varios
problemas:
1. La fuerza generada en un esfuerzo voluntario es
generalmente submáxima (Gandevia, 2001).
2. Las acciones deportivas exitosas del tenis son
generalmente tan rápidas que no permiten la máxima generación de tensión
muscular.
Por otra parte, la definición propuesta por el profesor
González Badillo (2002) derivada de la definición de Knuttgen y kraemer (1987)
y siguiendo las indicaciones de Zatsiorsky (1995), ”fuerza es la manifestación
externa (fuerza aplicada) que se hace de la tensión interna generada en el
músculo o grupo de músculos en un tiempo determinado”. A pesar de ser muy
interesante, deja fuera aspectos tan sumamente relevantes en el tenis como la
compleja interacción de los condicionantes propios del deportista y ajenos a
él, que modifican la respuesta motriz del mismo (Davids et al., 2008).
La capacidad de producir movimiento, será diferente a la
capacidad de generar tensión muscular, debido a que la producción de movimiento
no vendrá determinada sólamente por la acción del músculo, sino que dependerá
de un proceso de interacción entre los procesos no lineales de
excitación-contracción, los procesos reflejos auto-generados a nivel espinal
para determinadas condiciones de trabajo y la integración de esos procesos a
través del cerebelo (Ivancevic et. al, 2009) y la interacción con los condicionantes
del entorno.
En función de la interacción entre los condicionantes
propios del deportista (peso, fuerza, etc) y los condicionantes del entorno
(terreno de juego, público, movimientos del rival, condicionantes
socio-afectivos, etc), emergerá un comportamiento motriz u otro y no en función
de la creación de uno u otro esquema motriz, tal y como ha sido propuesto por
otras fuentes (Van Orden et al, 2009).
Stiff y Verkhoshansky (1996) definen la fuerza como la
capacidad de un músculo o grupo muscular de generar tensión bajo condiciones
específicas. Si interpretamos la fuerza como la capacidad de realizar
movimientos ajustados a las necesidades específicas de la situación competitiva
y entendemos los niveles de fuerza adecuados como aquellos que permitan ser
competitivos en nuestro ámbito deportivo, debemos asumir que técnica y fuerza
son inseparables.
El objetivo fundamental de nuestro trabajo es la mejora de
los procesos neuro-musculares de generación de movimiento. Por tanto, si la
coordiación es fundamental en el comportamiento motriz del tenista ¿por qué
basar el entrenamiento de fuerza en factores que poco o nada tienen que ver con
la estabilidad de estas coordinaciones?
Por tanto, no solamente hemos de valorar los condicionantes
del movimiento (como la velocidad) o la carga aplicada (como la masa a vencer),
sino que debemos valorar la compleja interacción de condicionantes que afectan
al deportista, propios y externos, que modifican su respuesta motriz. Así por
ejemplo, Janssen et al. (2008) demuestran que los estados emocionales afectan a
esta respuesta motriz. También Jäger et al. (2003) demuestran como los procesos
de fatiga también afectan a esta respuesta motriz.
Por otra parte, Schöllhorn et al. (2002) nos explican como
cada repetición es diferente irrepetible, única, por lo que aquellos
entrenamientos que buscan el aprendizaje de un esquema motriz aislado, quedan
anticuados y obsoletos. El objetivo debiera ser la búsqueda de la variabilidad,
crear un un universo de situaciones para las cuales tengamos que elaborar una
respuesta motriz (Moras, 2010).
Por último, y sobre todo, no podemos entender la fuerza en
un deporte en el que la precisión es tan sumamente importante como una simple
generación de tensión muscular, sino que debe estar creada en sintonía con el
entorno competitivo.
Por ello, la repetición de un gesto no sólo hará más menos
flexible y adaptable las variantes competitivas (Torrents, 2005) sino que aisla
el gesto de los componentes emocionales, socio-afectivos o de los procesos
relacionados con la fatiga, que posteriormente interactuarán en la generación
de movimiento y con seguir un proceso de auto organización.
Debemos favorecer la posibilidad que de que el sujeto
construya la solución a la tarea, en lugar de incitarle a que retenga la misma.
También debemos reconstruir acciones más que recordarlas y para ellos es
necesario que el sujeto construya su propia habilidad por encima de la
repetición mecánica.
Todo esto guardará una estrecha relación con lo que
consideraremos el entrenamiento de fuerza en tenis.
El éxito dependerá de la capacidad de coordinación
neuromuscular en la producción de movimiento y de la interacción entre las
diferentes estructuras de soporte y transmisión de fuerza (articulaciones,
fascias, tendones, etc).
Duchateau et al (2006) nos dicen que los efectos del
entrenamiento clásico de fuerza y el entrenamiento de la técnica provocan
adaptaciones diferentes a nivel del sistema nervioso, con lo que nos reafirma
la necesidad de respetar los procesos de creación del movimiento analizando las
características estructurales y de generación de tensión muscular.
Es por ello, que propondremos la necesidad de entender las
necesidades del deportista en entornos deportivos complejos como es el caso del
tenis, estudiando las propuestas de Seirulo (1998) y Moras (2009) basadas en la
aproximación al modelo competitivo o “differential training” (Schöllhorn,
2005).
Aunque clasicamente se ha relacionado el entrenamiento de la
fuerza con el desarrollo hipertrófico, en deportes como el tenis, el trabajo
hipertrófico irá más bien orientado al trabajo coadyudante o complementario, en
la recuperación de lesiones, compensación de grupos o segmentos corporales que
a la ganancia de fuerza aplicable al juego.
Tipos de Fuerza en el Tenis: Clave para Mejorar tu
Rendimiento en la Cancha
Existen varios tipos de fuerza que deben ser trabajados para optimizar el rendimiento en la cancha: fuerza concéntrica, excéntrica, pliométrica e isométrica. A continuación, exploramos cada uno de estos tipos y su aplicación en el tenis.
Fuerza Concéntrica
La fuerza concéntrica se produce cuando el músculo se
contrae y se acorta mientras genera tensión. Este tipo de fuerza es esencial
para movimientos en los que se levanta o empuja un peso.
Ejemplo en Tenis: Durante un golpe de derecha, la fase en la
que se acelera la raqueta hacia adelante para golpear la pelota es un
movimiento concéntrico. Trabajar esta fuerza mejora la potencia del golpe.
Fuerza Excéntrica
La fuerza excéntrica ocurre cuando el músculo se alarga
mientras genera tensión. Este tipo de fuerza es crucial para controlar la
velocidad de un movimiento y prevenir lesiones.
Ejemplo en Tenis: En un golpe de derecha, la fase en la que
se controla la raqueta después del impacto con la pelota es un movimiento
excéntrico. Entrenar esta fuerza ayuda a mantener el control y la precisión.
Fuerza Pliométrica
La fuerza pliométrica, o pliométrica, combina una
contracción excéntrica seguida inmediatamente por una contracción concéntrica.
Este tipo de entrenamiento mejora la explosividad muscular.
Ejemplo en Tenis: Un ejercicio pliométrico en tenis podría
ser el salto para un smash, donde se carga rápidamente hacia abajo (excéntrico)
y se impulsa explosivamente hacia arriba para golpear la pelota (concéntrico).
Esto mejora la potencia y la rapidez de reacción.
Fuerza Isométrica
La fuerza isométrica se produce cuando el músculo genera
tensión sin cambiar su longitud, es decir, sin movimiento articular. Este tipo
de fuerza es vital para la estabilidad y la resistencia muscular.
Ejemplo en Tenis: Mantener una posición agachada y estable
mientras se espera a que el oponente devuelva la pelota es un ejemplo de fuerza
isométrica en el tenis. Esto permite una rápida reacción en cualquier
dirección.
Conclusión
Entender y entrenar los diferentes tipos de fuerza es
crucial para mejorar el rendimiento en el tenis. Incorporar ejercicios que
trabajen la fuerza concéntrica, excéntrica, pliométrica e isométrica puede
ayudar a los tenistas a desarrollar una mayor potencia, control y resistencia,
lo que se traduce en mejores golpes y una mayor prevención de lesiones en la pista.
Con el conocimiento adecuado y el entrenamiento específico,
puedes optimizar tu preparación física y llevar tu juego de tenis al siguiente
nivel.


