El 23 de mayo de 2005 comenzaba una aventura increíble en París
Rafael Nadal conquistó su primer título de Grand Slam en
Roland Garros 2005.
El 23 de mayo de 2005. Una fecha cualquiera en aquel momento,
una fecha histórica 20 años después.
Hace exactamente dos décadas, Rafael Nadal disputaba su
primer partido en un cuadro final de Roland Garros. Alejado de la Court
Philippe Chatrier, donde escribiría gestas de leyenda, el español comenzó a
andar un camino que ya es imborrable en la historia del deporte. La Pista 1,
popularmente conocida como Plaza de Toros, acogió su duelo ante Lars
Burgsmuller.
Bajo el sol de la capital francesa apareció un jugador
dispuesto a no perder el tiempo. Después de una gira europea de tierra batida
estelar, donde había levantado los títulos de Montecarlo, Barcelona y Roma, la
frescura de los 19 años se hizo patente en cada golpe del español. Una derecha
combada, sinónimo del torneo parisino en los años posteriores, comenzó a
sembrar una autoridad pocas veces vista en el Bosque de Bolonia. Con un
pantalón pirata blanco, camiseta verde sin mangas y una bandana para contener
una inmensa melena, Nadal comenzó a dejar un sello inigualable.
El marcador rezó 6-1, 7-6(4), 6-1 en favor del por entonces
No. 5 del PIF ATP Rankings, una posición que pronto le vería entrar en el podio
del circuito. Una hora y 45 minutos que ya forman parte de la historia de
Roland Garros. El primer capítulo de una aventura difícilmente imaginable y
probablemente irrepetible.
Ese partido sería el pistoletazo de salida para un torneo
sensacional, donde Nadal demostró un hambre infinita para convertirse en un
icono del deporte. Si una lesión en el escafoides le había impedido debutar en
París en 2004, el mallorquín desató una energía acumulada para atravesar el
cuadro con una fuerza inusitada. Xavier Malisse, Richard Gasquet, Sebastian
Grosjean y David Ferrer fueron obstáculos salvados con solidez, entregando
apenas una manga camino de las semifinales. Allí, el horizonte ya marcaba un
esfuerzo especial en manos del español.
El No. 1 mundial Roger Federer, con galones de múltiples
campeón de Grand Slam por entonces, esperaba en una penúltima ronda que atrajo
las miradas de medio mundo. El primer choque en Grand Slam entre dos figuras
que elevarían la popularidad del deporte blanco hasta niveles nunca antes
vistos. El español venció en cuatro mangas al suizo para escalar a su primera
final de Grand Slam, donde se proclamaría campeón tras vencer al argentino
Mariano Puerta.
Después, con el trabajo diario como receta, llegarían cifras
de otro planeta. Un total de 14 títulos y un balance de 112 victorias en 116
partidos flanquean el mayor dominio jamás visto en un torneo de Grand Slam.
Dos décadas después, con una trayectoria profesional
impecable ya a la espalda, Nadal regresará a Roland Garros con una identidad
ganada a pulso. De aquel adolescente repleto de ilusión a un hombre histórico
en el deporte moderno, con una estatua en su honor en el recinto de Roland
Garros y un homenaje en la Pista Philippe Chatrier como broche a una relación
especial como ninguna.