Roger Federer mantiene la pelea contra la lógica, un campeón interminable que sigue regalando tardes maravillosas. Esta vez la exhibición llega desde Dubái, vencedor del torneo después de superara Novak Djokovic por 6-3 y 7-5. Es la séptima vez que lo hace en ese millonario rincón del planeta, arrollador de principio a fin.
Sin sudar y con una elegancia superlativa, Federer desbrava el impulso de Djokovic. Y lo hace a su manera, definitivo con el servicio y poderoso en todos los aspectos. Sube para inquietar al serbio, le mueve cuando se juega desde el fondo y busca líneas en cada ataque. De ahí que él terminé con 37 ganadores por los 19 de su rival, un dato relevante para resumir la evidente superioridad por mucho que el balcánico tuviera dos pelotas para apuntarse la segunda manga.
En toda la tarde, Federer no pierde ni una vez su saque, salvando las siete bolas de break que tiene en su contra. Él rompía dos veces el de Djokovic y con esa renta fue suficiente. Un 6-3 y 7-5 para reforzar al suizo, campeón también este año en Brisbane y descansado ya que perdió mucho antes de lo previsto en el Abierto de Australia.
Federer mantiene un nivel sublime a sus 33 años, ganador ya de 84 trofeos. Lo más llamativo de Dubái es su facilidad para solucionar situaciones críticas, impulsado siempre por el servicio cuando la cosa se pone oscura. Y eso que enfrente estaba un restador gigantesco como Djokovic, que desde el principio va a remolque.