Qué fue de la Copa Davis clásica, la que España ganó en cinco ocasiones: piden que vuelva tras una renovación que ya no convence
El nuevo sistema de sede única para las finales de la
competición de selecciones de referencia en el tenis vive su momento más
comprometido desde que se adoptó en 2019: tenistas como Djokovic y Wawrinka
piden cambios
Nuestro mundo suele caracterizarse por añorar aquello que ya
no tiene. Lo podemos comprobar en la música, en el cine, en la moda, en las
series y también en el deporte: lo vintage suele ser sinónimo de éxito. Apelar
a la nostalgia, para hacernos revivir aquello de que ‘cualquier tiempo pasado
fue mejor’, está a la orden del día: incluso quienes todavía no estaban ahí
acaban subiéndose al DeLorean igualmente. Es lo que sucede ahora con la Copa
Davis, el Mundial oficioso de tenis de toda la vida. Concentrar su tramo
decisivo en una sede única, como se ha hecho toda la vida en otras disciplinas
deportivas, parece haber dejado de funcionar, y la competición ha perdido algo
de la magia especial que siempre tuvo.
Hablamos de un evento más que centenario, puesto que existe
desde 1900. Uno que se le dio especialmente bien a España en su antiguo formato
de eliminatorias en casa y fuera: por algo es la cuarta nación más exitosa a la
hora de conquistar la Ensaladera, con seis títulos. Cinco de ellos llegaron
cuando la Davis viajaba y se disputaba a lo largo de todo el año. El interés
por ella en nuestro país se remonta a los años 60, cuando el equipo nacional
alcanzó dos finales de forma casi consecutiva.
Tanto en 1965 como en 1967, Australia fue demasiado para los
nuestros: 4-1 en ambas ocasiones, jugando al calor de Sídney y Brisbane. El
inolvidable Manolo Santana lideraba a la selección, secundado por Juan Gisbert
y José Luis Arilla en el primer caso y por otra leyenda como Manolo Orantes en
la segunda ocasión. Pero los aussies eran intratables por aquel entonces: Roy
Emerson, John Newcombe, Fred Stolle y Tony Roche. Casi nada.
La venganza se serviría en un plato congelado, ya que España
no volvería a optar a levantar la Davis hasta el año 2000. En el Palau Sant
Jordi de Barcelona, Juan Carlos Ferrero entró en el imaginario colectivo
español, secundado por Albert Costa, Àlex Corretja y Joan Balcells. Se endosó
un 3-1 a los australianos, en los que Lleyton Hewitt era capitán general. Nos
pagarían con la misma moneda, a base de un 3-1 entonces favorable a ellos, en
2003. Sí, en la final donde sonó el himno de Riego en Melbourne: Ferrero,
Carlos Moyá, Corretja y Feliciano López, hoy director de las Finales de la
Davis, estaban allí. También Hewitt y Mark Philippoussis.
En 2004, Sevilla, en La Cartuja, acogió una vibrante final
entre España y Estados Unidos, resuelta in extremis, 3-2, para los locales.
Rafa Nadal empezó a hacerse un nombre en aquella serie, en la que Moyá también
tuvo un protagonismo crucial. Ferrero y Tommy Robredo completaron la
alineación, ante un combinado norteamericano realmente temible: Andy Roddick,
Mardy Fish y, en dobles, los hermanos Bryan.
La copa Davis y su caída en picado tras la salida de Gerard
Piqué.
Aunque quizá la Davis más especial para España fuese la
tercera, consumada a domicilio, en Mar del Plata, en 2008. El favoritismo
correspondía a Argentina (David Nalbandian y Juan Martín del Potro estaban al
frente), pero la Armada tiró de épica como nunca, sin Nadal y con David Ferrer
cayendo en el debut, y venció 1-3. Para los anales, quedaron aquella victoria
increíble de Feliciano ante Del Potro en el segundo choque, el dobles
igualmente sufrido de Feli y Fernando Verdasco y el punto definitivo, amarrado
por este último ante José Acasuso.
Poca o ninguna historia hubo en 2009, otra vez en el Sant
Jordi y ante una República Checa que se llevó la ‘manita’: 5-0. Nadal, Ferrer,
Feliciano y Verdasco consiguieron la cuarta Ensaladera. La quinta llegaría en
2011, recurriendo a otro talismán como La Cartuja. Argentina dio menos guerra
en aquella ocasión, aunque se repitiese el 3-1: sólo se llevó el dobles, con
España recurriendo a idénticos representantes.
Un nuevo formato menos propicio
Por supuesto, en todas aquellas finales la superficie se
adaptó a las condiciones más favorables para quien ejercía de anfitrión: hierba
en los casos australianos, tierra batida en España y pista dura en Argentina.
Esta última es siempre la elegida desde que la Davis cambió su idiosincrasia en
2019.
Cuando Kosmos, la empresa del exfutbolista Gerard Piqué,
tomó las riendas y decidió simplificarlo todo, nadie protestó inicialmente. La
nueva era se inauguró con la sexta victoria española, en la Caja Mágica
madrileña: se eliminó a Argentina en cuartos, a Gran Bretaña en semifinales y a
Canadá en la final en cuestión de días. Nadal, Roberto Bautista, Pablo Carreño,
Feliciano y Marcel Granollers lo consiguieron.
Sin embargo, esos buenos tiempos parecen olvidados en la
actualidad, sin España peleando por la Ensaladera (fase de grupos en 2021 y
2023, cuartos de final en 2022) y con las figuras escaseando por lo apretado
del calendario tenístico. La capital española y Málaga han acogido las Finales
de la nueva Davis desde que fue modificada. Algo que al número uno del mundo,
Novak Djokovic, no le acaba de parecer justo, ya con Piqué fuera de la
organización.
Muchos creen que el mejor formato sería algo a medio
camino entre el antiguo y este. Creo que no haber jugado en Serbia en muchos
años no es lo ideal. Jugar allí beneficia a nuestra federación y a los
jugadores jóvenes. No tengo en cabeza un formato perfecto, sería bueno
discutirlo. Pero con los jugadores, los equipos… Todo el mundo debería tener
voz. Somos parte integral de la competición y podríamos dar información
valiosa. Que un país como España lleve cuatro o cinco años jugando en casa es
demasiado. Esta es una competición global y quizá al menos desde semifinales
debería jugarse con local y visitante, como antes”, declaró el serbio a AS.
En septiembre, el suizo Stan Wawrinka, campeón de tres Grand
Slams, clamó por la escasez de público en las gradas de Mánchester (la fase de
grupos sí ha pasado a ser multisede) durante una eliminatoria entre Suiza y
Francia. Feliciano López, como cabeza visible de la Davis en los despachos,
tuvo que responderle esta semana. Primero, apuntando que hubo un “lleno” en el
recinto cuando jugó Gran Bretaña. Después, buscando coherencia: “Si el formato
se modificó porque los jugadores nos quejábamos de que el otro no funcionaba,
ahora que se ha cambiado no puedes quejarte otra vez”.
Él pide “tiempo y estabilidad” para que la actual Copa Davis
acabe calando entre todos. Nada cambiará en 2024, y habrá que ver si las
críticas quedan aisladas o continúan creciendo. Los nostálgicos, eso sí,
seguirán esperando su oportunidad, por si acaso todo vuelve a su ser en algún
momento.