Málaga, 26 de octubre de 2023
Por José Roses
CONSEJOS VENDO, QUE PARA MI NO TENGO
A las buenas tardes nos de Dios, muy señores míos.
Os voy a contar algo. No hace mucho, partido de un torneo de menores, no diré categoría, pero muy menores. Acaba el encuentro, y el padre de uno de los jugadores entra en la pista, y, eso sí, muy educadamente, se dirige al contrincante de su hijo, recomendándole que no dude tanto del contrario, en este caso su propio hijo, cuando éste cante una bola mala, que siempre tiene que confiar en la deportividad del oponente.
El partido había discurrido en unos cauces de deportividad absoluta, con ayuda de los padres cuando se producía alguna situación de duda entre los jugadores. Eso sí, al acabar el primer set, el padre antes referido se dirigió, sin ningún tipo de reparo, hacia la silla donde estaba sentado su hijo, y se dedicó, durante al menos un par de minutos, a aconsejar al chaval acerca de lo que tenía que hacer para remontar el partido, supuestamente, claro. Además, desde la grada, durante el trascurso del resto del partido, se dedicó a realizar gestos relacionados con las instrucciones que le había dado al chico con anterioridad.
Entonces, digo yo, pedimos deportividad y respeto para con nuestros hijos pero, de una u otra forma, no la tenemos con los contrarios, ¿es así?. Pues no lo entiendo. Y no lo entiendo porque creo que debemos dejar jugar a los niños, y si debemos aconsejar a alguien, que sea a los nuestros a respetar las reglas, aunque nosotros, los mayores, seamos los primeros que no lo hagamos a veces.
Me gusta pensar que hago las cosas bien cuando no intervengo en los partidos de mi hijo, sólo lo hago para animarle, porque está al principio del camino, y, según lo veo yo, ya tendrá tiempo de necesitar instrucciones, tácticas, técnicas, psicológicas y de todo tipo y tamaño.
Ahora no es el momento de ganar, ahora toca aprender y divertirse, en el orden que ustedes quieran. Pero a veces, cuando veo estas cosas, dudo, porque lo hace casi todo el mundo, y no sé si me estoy equivocando, pero es mi creencia.
Yo me equivoco, mucho y no sé si tengo la suerte o la desgracia de que a mi hijo le encanta el tenis. Pues pienso ayudarle, pero a que se divierta, a que haga amigos, a que disfrute, a que obtenga valores deportivos que le valdrán para el resto de la vida. Y si su actitud no es la correcta, le ayudaré también a corregirla, pero no me meteré en la de los demás.
No suelo ver niños maleducados en la pista, veo actitudes inapropiadas, y esas las deben corregir los que están más cerca de cada uno de ellos, padres y entrenadores. Jamás se me ha ocurrido reprender a un niño que no sea mi hijo o jugador, no es mi misión, no lo veo apropiado, no es respetuoso.
En fin, consejos tengo, que para mí, no tengo.
Cuídense
José Roses para andatenis.blogspot.com
