Málaga, 31 de diciembre de 2025
Por Jorge Mir Mayor
La inquietud, incluso la obsesión por mejorar, es la que
marca el camino y nos lleva a buscar el crecimiento constante, técnico, físico
y mental de nuestros alumnos, para iniciarles en el bello juego del tenis.
Hoy observo a muchos entrenadores jóvenes con talento, pero
sin esa pasión profunda ni esa paciencia que esta profesión exige. No es una
crítica, es una preocupación: ¿Qué va a pasar con nuestro deporte si perdemos
la vocación?
Ser entrenador no va de horarios cómodos. Va de fines de
semana en torneos, de pocas vacaciones y de estar disponible para alumnos y
familias durante todo el año. Va de dar mucho más de lo que se recibe, sobre
todo al principio.
Con más de sesenta y dos años y toda una vida en pista y
gestionando equipos de técnicos, he vivido todas las situaciones que pueden
existir en esta profesión. El camino es lento, duro y muchas veces poco
agradecido. Hay horas que no se cobran, esfuerzos que no se ven y procesos que
solo dan frutos con el tiempo. Eso no se aprende en un curso: se aprende
viviéndolo.
Esta profesión es vocacional. Si no la llevas dentro, acaba
siendo un sufrimiento y el servicio no es el mismo. Y eso los alumnos lo
perciben, tengan la edad que tengan.
A los entrenadores jóvenes les diría una sola cosa: si aman
de verdad este deporte, tengan paciencia, compromiso y respeto por el proceso.
El tenis y vuestros alumnos os lo devolverán con el
tiempo.
Saludos. Jorge Mir Mayor

