Manolo Rubiales dando las explicaciones oportunas antes de un ejercicio, a la derecha de la imagen podemos ver a Alejandro Davidovich cuando solo tenía 11 años |
El artículo de hoy va dirigido
fundamentalmente a padres de tenistas
en edades de formación y que compiten
con la ilusión de ser algún día tenistas
profesionales
El tenis es un deporte muy complejo y con el añadido de ser un deporte individual, en el que el jugador gana o pierde individualmente, salvo en la modalidad de dobles Muchísimos padres sueñan que sus hijos puedan llegar a ser algún día Nadal, Federer, Sharapova o Williams.
Es muy bueno tener ese sueño y ese objetivo, pero, en muchos casos y sin darse cuenta, presionan a sus hijos de una forma descomunal para que ganen partidos y puedan llegar a ser algún día grandes jugadores de renombre.
Además, está claro que hacen un esfuerzo tanto económico como logístico para que sus hijos jueguen al tenis, lo que supone una piedra más en la mochila del joven jugador. Por ello, buscan los mejores medios, entrenadores, preparadores físicos, médicos, para que sus hijos lleguen algún día a ser tenistas profesionales. Y por supuesto que también es positivo intentar encontrar un buen profesional que les asesore y que les entrene.
Lo que sucede es que en este deporte se cuentan con los dedos de la mano los que pueden vivir profesionalmente de él, y eso que en España hay un gran abanico de jugadores profesionales. Por ello, los padres deberían tener sentido común ante todo. Eso no quiere decir que no ayudes a tus hijos, sobre todo sabiendo lo difícil que es llegar y muy especialmente si, además, los hijos juegan y compiten con verdadera ilusión y ganas, que es realmente el factor más importante del proceso.
Los padres son indispensables en el mundo del tenis y sin ellos sería imposible que fueran a las Escuelas a aprender y luego competir. Pero si un padre apunta a una Escuela o contrata al mejor entrenador para que su hijo sea el número 1 del mundo va mal encaminado. Sí, se han dado casos, como el padre de Agassi, que con 7 años que tenía Andrea ya le decía que iba a ser número 1 del mundo. Sí, ciertamente tuvo una exitosa carrera, pero si pueden leer la biografía, André Agassi no habla excesivamente bien de su progenitor, porque el peaje a pagar fue muy caro, aguantando a un padre autoritario, sin escrúpulos y poco respetuoso con los rivales, a la vez que metiendo una presión brutal a su hijo para que fuera el número 1 a cualquier precio.
Este ejemplo está pasando cada año con familias anónimas que sacrifican todo para que sus hijos sean tenistas o deportistas de élite. Y, lamentablemente, en España se dan muchísimos casos. Una cosa es apoyar y sacrificarte por tus hijos y otra muy distinta es perder completamente el norte y creer que tienes un Rafa Nadal en casa y apostar todo por la carrera de sus hijos.
El claro ejemplo es el mismo Rafa Nadal. Ha tenido un gran entorno familiar y es una de las claves de su éxito. Todos con los pies en el suelo, con palabras como humildad, sacrificio, trabajo y respeto que han sabido inculcar al manacorí. Si se le subía a la cabeza algún torneo juvenil que ganaba, ya estaba tío Toni para decirle que eso era una simple victoria y que se bajara de la nube porque que le quedaba un mundo por recorrer aún.
Eso es lo que hay que inculcar a los hijos, porque el caso de Nadal pasa uno entre millones de personas, con lo cual hay millones de tenistas que podrían llegar a sentirse frustrados. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, porque estos valores aprendidos les servirán para toda la vida en cualquier ámbito profesional en el que se muevan
Así que, padres de jugadores: apoyad y ayudad a vuestros hijos a que jueguen y se ilusionen con el deporte que más les guste, pero siempre con los pies en el suelo, sin perder el norte, ni por supuesto tampoco la ilusión.
Va a ser un tiempo bien invertido pese a que vuestros hijos no lleguen a ser tenistas profesionales, porque en cualquier caso habrán aprendido los grandes valores que da este deporte y cada uno a su nivel habrá trabajado para mejorar tanto tenística como personalmente.
Me he dedicado profesionalmente al tenis y sé lo duro y a veces lo desagradecido que es, pero también sé que te da muchas cosas, independientemente del nivel o si eres o no profesional.
Lo que me da rabia es ver a chicos con talento que se pierden en el camino por circunstancias ajenas a ellos, ya sea porque no aguantan la presión y se retiran o por el afán de padres que, con toda la buena voluntad, buscan el mejor entrenador para ellos, o van desechando entrenadores porque los resultados no llegan, o porque no ven a sus hijos jugando bien. En estos casos, el padre, sin querer, está metiendo mucha presión a su hijo.
Con esto no quiero decir que los padres sean el problema en el tenis, porque mayoritariamente hay padres con un gran sentido común y que buscan lo mejor para sus hijos, sacrificando tiempo, dinero y vida familiar. La gran mayoría hacen todo este tipo de sacrificios por ver a su hijo hacer lo que le gusta, ilusionado, motivado y feliz. Esa es la mayor y mejor labor de los padres: apoyar en todo lo posible al chaval en sus objetivos y metas.
Jacobo Díaz