Por Esther Lasheras
Hace unos tres años solía entrenar en un club que no
disponía de pistas cubiertas. Como llovía, nuestro entrenador nos citó en un
club indoor en el que nunca había jugado. Así que metí la dirección en el gps y
fui para allí. Al llegar, pensé que había entendido mal la dirección, puesto
que tenía delante un club cuyo nombre no correspondía con el nombre que me
habían dado. Volví a mirarlo, pero la dirección la tenía bien. Bajé del coche y
entré en el club preguntando si era el club en el que nos habían citado para
entrenar. La respuesta de la recepcionista fue: “no, pero está aquí a la vuelta
de la esquina”.
La verdad es que me quedé pensando un rato en el tema. A 1
kilómetro y medio de aquellos dos clubes, sabía que había otro construido
anteriorme. Es decir, 3 clubes en apenas dos kilómetros. Por aquél entonces ya
me pareció una barbaridad. La semana pasada me enteré que uno de esos 3 clubes,
el más grande, había cerrado.
Hace unos días, en el blog de PadelSpain leía un artículo en
el que un profesional del sector, Marcos Torres, advertía de la dificultad para
sacar adelante hoy en día un club: “Los números no salen en los clubes de
padel”. Cito textualmente un párrafo: “Esta situación de crecimiento e
inversión sin control nos está dejando un panorama peligroso en términos de
sobreoferta de clubes en algunas zonas de Madrid que no ayuda al padel en
absoluto”. No puedo estar más de acuerdo, pero yo iría más allá y lo haría
extensivo a marcas y tiendas especializadas.
Vamos por partes. Y vaya por delante que llevo tiempo
diciendo que lo último que se me ocurriría ahora mismo sería montar un club,
crear una marca o abrir una tienda especializada. Hace 15 años probablemente
hubiera sido una gran idea, pero ahora mismo creo que el mercado del padel está
sobresaturado. Nuestro deporte crece en afición y practicantes. Tengo amigas
que jamás habían practicado deporte alguno y ahora mismo incluso juegan más
veces por semana que yo. Pero lo que rodea a los aficionados está creciendo a
un ritmo desmesurado y descontrolado.
Quiero creer que cuando una persona decide montar un club de
padel, previamente hace un plan de negocio, se informa, estudia el terreno,
conoce el medio en el que se va a mover y/o está asesorado por profesionales
que sí lo conocen, y tiene la idea de que para poder sacarlo adelante va a
tener que invertir mucho y trabajar muy duro. Quizás demasiado. Pero visto el
panorama, parece ser que no. Hoy en día hay zonas (cada vez más) en las que en
un radio de 10 kilómetros, encuentras 5 clubes. Y al final lo que ocurre es que
la guerra de precios y la mala gestión acaban por enterrar a algunos de ellos,
y otros se las ven y se las desean para sobrevivir. Lo que iba a ser un negocio
redondo se convierte en un calvario.
Otro tanto pasa con las marcas. Existen alrededor de 200
marcas de padel. Un deporte que empieza a abrir fronteras en el exterior, pero
que actualmente tiene un mercado reducido a España y Argentina,
fundamentalmente. No suelo ser partidaria de las comparaciones, pero en esto sí
que os voy a pedir que pongamos la vista en el tenis. ¿Somos capaces de
mencionar 8 marcas de raquetas de tenis? Yo llego a 7 u 8 como mucho, y he
jugado al tenis media vida. Hablamos de un deporte mundialmente extendido y con
más de 100 años de antigüedad. Con la competencia feroz que hay y con marcas
muy consolidadas, algunas de ellas con el peso pesado del tenis detrás y un
gran aparato económico, cada día me cuesta más creer que alguien se siga
aventurando a crear una marca nueva y pensar que va a sacarle rentabilidad.
Y añadiría algo más: “zapatero a tus zapatos”. Si tengo una
marca especializada en palas, ¿por qué no me centro en hacer palas de gran
calidad en lugar de meterme en campos que no domino y en los que me va a costar
mucho sacar beneficio? Marcas de palas haciendo ropa y marcas de ropa que de
repente deciden fabricar palas. Mi visión es que si soy bueno o muy bueno
fabricando palas (o ropa), mi siguiente paso sería tratar de ser excelente en
lugar de invertir en un campo que no es el mío y en el que además compito con
marcas que lo dominan. Si tenemos un apoyo económico importante detrás, de
acuerdo, pero aun así deberíamos pensar bien si merece la pena.
En cuanto a las tiendas, más de lo mismo. No tengo
constancia en números, pero es abrumadora la oferta de tiendas deportivas,
sobre todo online, exclusivamente especializadas en venta de material de padel,
que no dejan de luchar contra gigantes de la venta deportiva y, por supuesto,
contra el “pirateo” de algunas marcas. Para vender, tienen que regalar
prácticamente.
Y ojo, porque hay clubes, marcas y tiendas que hacen las
cosas de forma seria. Pero cada día son los menos, y cada día se les hace más
difícil seguir siendo honestos y serios con lo que tienen alrededor.
El padel (ya) no es la panacea. No estamos ante la gallina
de los huevos de oro. Para sacarle beneficio ya no basta con montar un club,
una marca o una tienda y sentarse a esperar. Hay que trabajar muy duro,
dedicarle muchísimas horas, tener un producto de gran calidad a un buen precio
y aun así, las posibilidades de perder son muy grandes. Se ha extendido la idea
de que ganar dinero con el padel es fácil y cualquiera emprende en este deporte
sin conocimiento. Si queremos un deporte serio, con un crecimiento sostenible,
con una proyección de futuro, es hora de reflexionar si estamos en el camino de
conseguirlo o por el contrario esto va en la dirección equivocada.