“Los movimientos, esto es lo principal”, comienza detallando
el balear acerca de su planteamiento. “Medir exactamente la bola en la que
puedes tomar riesgos y la bola que no necesita ningún tipo de riesgo. Realmente
no es una cuestión de la superficie, tiene más que ver con tu momento actual y
tus sensaciones personales. Jugar en tierra batida no significa tener que estar
jugando continuamente con el máximo top spin, depende de la confianza que uno
tenga para salir ahí fuera a buscar los golpes ganadores, también con golpes
planos, no hay razón para no usarlos”, confiesa el actual número 2 del mundo.
“Insisto, depende mucho de tus sensaciones particulares, va
más allá de la superficie, pero si me preguntas qué es lo más bonito de jugar
en tierra batida diría que es la opción de jugar de diferente manera a la
habitual y seguir consiguiendo éxitos”, destaca el manacorense, confirmado como
el mejor jugador de la historia del tenis en tierra batida.
Nadal continúa descifrando su papel sobre polvo de ladrillo,
subrayando en la variedad. “Hay muchas opciones, en arcilla tú puedes restar de
manera agresiva pero también puedes hacerlo para defenderte. La gran diferencia
a la hora de restar cuando juegas en tierra batida es la posición de jugador
(mucho más atrasada) para así tener la oportunidad de restar mucho más largo y
con más altura. Sobrevivir en esta situación es mucho más complicado cuando
juegas en pistas duras y todo el tiempo y el espacio se reduce”, compara el
campeón de 17 Grand Slam.