El All England Club tiene un nuevo socio. Carlos Alcaraz se
convirtió este domingo en campeón de Wimbledon, entrando por la puerta grande
en la historia del tenis profesional. El murciano conquistó su segundo título
de Grand Slam para erigirse como tercer hombre español que levanta la copa
dorada de Londres, siguiendo los pasos de iconos como Manuel Santana (1966) y
Rafael Nadal (2008, 2010) en el major británico.
El español superó al siete veces campeón Novak Djokovic por 1-6, 7-6(6), 6-1, 3-6, 6-4 tras cuatro horas y 44 minutos en una vibrante final con el No. 1 en juego, atrapando una batalla con la que conserva en su poder el trono del Pepperstone ATP Rankings. Con apenas 20 años, Alcaraz interrumpió una racha de 34 victorias del serbio en el torneo, invicto durante una década en la Centre Court, tomando un icónico testigo sobre la hierba de Londres.
La cancha principal asistió a una gesta memorable construida ante sus butacas. Alcaraz, que apenas acumula cuatro torneos sobre hierba en su carrera, descifró los secretos del evento más prestigioso sobre la superficie para abrir una nueva era en la capital británica. El español es el primer jugador ajeno al Big 4 que logra conquistar Wimbledon desde la temporada 2002.
En su primer duelo en una final de Grand Slam, Alcaraz y Djokovic convirtieron la hierba de Wimbledon en el epicentro mundial del deporte. Sin embargo, fue un duelo que se comenzó a jugar mucho antes de tocar el césped, con recientes lecciones bien presentes en uno de los partidos del año.
El pasado mes de junio, Alcaraz comprobó la dureza de medir a Djokovic en un Grand Slam. En las semifinales de Roland Garros, sobre la arcilla de París, el murciano padeció severos calambres fruto de la tensión generada por el partido. Con esa experiencia en los hombros, y la determinación de escribir una historia diferente, Carlos saltó a la cancha enfocado como nunca.
Con la misión de frenar un amenazante cambio de guardia, Djokovic diseñó un prólogo de enorme peso psicológico. El balcánico sostuvo un enérgico inicio de Alcaraz, levantando una pelota de rotura con su primer turno de servicio, antes de desplegar un manual de juego sobre hierba. En un duelo de gigantescas destrezas en el fondo de pista, la habilidad al resto permitió a Novak dominar en apenas 35 minutos el primer parcial.
Alcaraz había cedido apenas seis turnos de servicio en los seis partidos resueltos camino de su primera final en The Championships. Demostrando que el partido incluía una dificultad sideral, el de Belgrado apenas necesitó un parcial para arañarle dos turnos de saque.
Si el desafío no era suficientemente complicado para Alcaraz, se añadió un escalón adicional en Londres. Djokovic jamás había perdido un partido completo en Wimbledon tras cerrar el set inicial y ese era el reto que tenía por delante con apenas 20 años.
La capacidad de lucha de Alcaraz afloró en uno de los escenarios más duros del deporte. El pupilo de Juan Carlos Ferrero consiguió quebrar a Djokovic para iniciar la segunda manga y apretó los dientes ante la resistencia del balcánico. Aunque Novak recuperó de inmediato la rotura, el partido elevó la igualdad a ambos lados de la red. Los puntos interminables, la flexibilidad del serbio y los golpes imposibles del español dibujaron un parcial delicioso.
Los dos primeros jugadores del circuito se mantuvieron la mirada hasta el tiebreak, un territorio dominando a la perfección por Djokovic. El serbio, todo un superviviente en situaciones límite, había resuelto los últimos 15 desempates en Grand Slam. Esa pared fue aceptada por Alcaraz, capaz de levantar un 0-3 antes de cerrar la muerte súbita con un imperial resto ganador de revés paralelo.
Con el dedo sobre la oreja y la mirada clavada en el público, buscando el calor del graderío, el murciano encontró el oxígeno tras verse con el agua al cuello. Tras sobrevivir a un parcial de 85 minutos, tenía galones sobre los hombros para buscar una batalla épica.
Si tenía que llegar al límite, Carlos parecía dispuesto a hacerlo. El No. 1 mundial tomó el dominio del marcador rompiendo el servicio de Djokovic en el primer juego del tercer set y se sumergió en un esfuerzo sobrehumano. Sobre la Centre Court se vivió uno de los pulsos más brillantes del torneo: un juego de 26 minutos que le entregó al español una doble rotura (4-1) y la calma del vigente campeón, esforzado por mantener la compostura en su jardín.
Con una colección de golpes ganadores, devoluciones brillantes y un convencimiento absoluto, Alcaraz terminó cerrando al resto un parcial de valor inmenso. Solamente Roger Federer había logrado exigir cinco mangas a Djokovic en una final de Wimbledon y Carlos acababa de cruzar esa frontera.
El impulso del joven aspirante desató el murmullo en la grada, siempre un preludio ante lo inesperado, y el vigente campeón respondió con su capacidad de supervivencia. Djokovic asumió los duros mazazos de su rival, entero físicamente al rozar las cuatro horas de esfuerzo y lejos de la imagen vulnerable de París. Al acecho en cada devolución, el balcánico aprovechó una pelota mortecina de Alcaraz sobre la red para obtener un quiebre (4-2) con el que agarrarse a la final.
Dispuesto a mandar un mensaje mental de absoluta presencia, y tras un parcial adelantando su posición de golpeo, Djokovic cerró el set al resto con autoridad. No era un juego más: había igualado el partido, detenido el aluvión de golpes de Alcaraz y asegurado servir en los juegos impares del set decisivo, una posible ventaja periódica en el horizonte que regresaba a sus manos.
A esas alturas de la batalla, sin embargo, la lógica fue hecha pedazos. El arranque del set definitivo tuvo una tensión irrespirable, con pelotas de rotura salvadas a ambos lados de la red. Las dejadas de Alcaraz, un golpe tan imprevisible como complicado de responder, comenzaron a poner a prueba como nunca las piernas de Djokovic, al que quebró con un seco revés paralelo en el tercer juego.
Con la historia en sus manos, Alcaraz manejó la última resistencia de Djokovic, que protegió el fondo con el alma antes de ser derrotado. En una exhibición de frialdad imponente, el español atravesó el parcial decisivo sin entregar un servicio ante el campeón de las últimas cuatro ediciones. Una gesta que ya queda en la memoria del torneo más histórico del calendario.
El triunfo de Carlos fue, también, un pulso contra el tiempo. Toda una recompensa a su dedicación plena al deporte. Con 20 años y 72 días, Alcaraz se ha convertido en el tercer campeón masculino más joven de Wimbledon en la Era Abierta, solamente por detrás de Boris Becker (con dos títulos de Wimbledon antes de cumplir los 19 años) y Björn Borg (que levantó su primer trofeo en Londres con 20 años y 27 días).
¿Sabías Que...?
Carlos Alcaraz se ha convertido en el quinto hombre capaz de
levantar múltiples títulos de Grand Slam antes de cumplir los 21 años en la Era
Abierta. El murciano se ha instalado en una lista reservada a leyendas del
calibre de Mats Wilander (4), Björn Borg (3), Boris Becker (2) y Rafael Nadal
(2).