lunes, 4 de diciembre de 2023

¿Por qué el tenis femenino ha perdido público? "Las jugadoras predican en el desierto, solas en la pista"

 


Las WTA Finals de Cancún evidencian la crisis del circuito por la falta de referentes, los problemas organizativos y el estilo de juego impuesto

Iga Swiatek y Aryna Sabalenka, las dos mejores tenistas del momento, se enfrentan en la semifinales en las WTA Finals de Cancún y menuda emoción, también se disputan el número uno del ranking mundial, pero las gradas están a medias, están prácticamente vacías, no hay nadie, realmente en el público no hay nadie. Un dolor para el tenis femenino. Y al mismo tiempo el día a día del tenis femenino. El fracaso de la Copa de Maestras celebrada la pasada semana en México obligó a la WTA a ofrecer explicaciones y a prometer cambios, pero en realidad no fue más que la constatación de una crisis. El tenis sigue siendo el único deporte que genera millones para sus referentes femeninas -siete de las 10 deportistas mejor pagadas son tenistas según Forbes-, pero en los últimos años ha sufrido una pérdida progresiva de aficionados.

De Roland Garros al Mutua Madrid Open, de Wimbledon a las WTA Finals, en la mayoría de grandes torneos -con la excepción del US Open por el triunfo de Coco Gauff- se han podido ver asientos y más asientos por cubrir. ¿Por qué?

«Hay muchas gradas vacías. Por favor, venid a vernos. Estamos dando el 100% en cada partido y seguro que lo disfrutáis», reclamaba Swiatek antes de ganar el torneo en Cancún y tenía razón: ella estaba dando el 100%. Desde la retirada de Serena Williams, la polaca ha sido la única jugadora capaz de dominar el circuito y el resto ha ido yendo y viniendo. La depresión de Naomi Osaka, la retirada a los 25 años de Ashleigh Barty, la sanción por dopaje de Simona Halep, la maternidad de Angelique Kerber, la desmotivación de Garbiñe Muguruza... muchos factores se han unido para que el gran público no reconozca a las mejores como pasaba antaño.

Un dato: en los cuartos de final del último US Open sólo había una jugadora que supiera qué era ganar un Grand Slam, Sabalenka. Otro: en el Top 10 actual abundan tenistas de mercados pequeños, de escaso peso, como Polonia (Swiatek), Bielorrusia (Sabalenka), Kazajistán (Elena Rybakina) o Túnez (Ons Jabeur).

 

"NOS CUESTA LLENAR 1.000 ASIENTOS"

Todo influye, más en países con tradición, donde se acentúa la crisis, como en España. Las Finales de la Copa Billie Jean King en Sevilla no están siendo un éxito, con tribunas libres, aunque la rápida eliminación del equipo español -este jueves quedó sin opciones- tampoco ayuda. «Nos cuesta llenar 1.000 asientos pese a no cobrar por las entradas. Y aún tenemos suerte. He estado en muchos torneos WTA este año y en la mayoría de partidos las jugadoras predican en el desierto, solas en la pista con sus entrenadores y el árbitro. Cuesta mover público en el tenis femenino», reconoce en conversación con EL MUNDO Xavier Ponsatí, organizador del WTA Tour 125 Solgironés, en La Bisbal d'Empordà, uno de los torneos más importantes que se organizan en el país, en un segundo escalón sólo por detrás del Mutua Madrid Open.

Según explica el evento no genera beneficios -«peleamos para que nos quedemos a cero», reconoce- y tampoco recibe demasiado apoyos. «La WTA es muy exigente con los organizadores, pero ya está rectificando. Hasta ahora exigía un aforo mínimo de 1.000 personas para estar en el circuito y este año lo ha bajado a 750 personas porque ve que hay problemas», afirma Ponsatí.

 

GRAVE CRISIS EN LOS DESPACHOS

La WTA precisamente está en el centro del problema, por sus malas decisiones en las últimas WTA Finals y por su caos, en general. Alrededor de la organización sobrevuelan dos rumores, su bancarrota y su fusión con la ATP masculina, pero sobre todo planean cambios. El actual director, Steve Simon, está amenazado más tras declaraciones como las de Martina Navratilova. «Es hora de un nuevo liderazgo y considero que ha de ser una mujer quien esté al frente. Simon lleva nueve años ahí y mira dónde hemos acabado», comentaba la ex jugadora que se apoyaba en el motín que preparan las estrellas para reclamar mejores condiciones. Las líderes del circuito ya han publicado una carta -y creado un grupo de Whatsapp- para exigir premios más cuantiosos, pero también más descansos para evitar lesiones y desapariciones como las de Osaka, Barty y Muguruza.

«Piden los mismos premios, pero no generan lo mismo. Desafortunadamente es la realidad: la gente ve más tenis masculino», incendiaba recientemente el vicepresidente de la Federación de Kazajistán, miembro de la ATP, Yuri Polsky, con la consecuente polémica. En su argumentación, un hecho: en los últimos años, los cuatro Grand Slam ya han igualado los premios e intercalan partidos de hombres y mujeres, sin éxito. En muchos casos, después de un encuentro con Novak Djokovic o Carlos Alcaraz, las gradas se vacían para ver a Swiatek o Sabalenka.

«Si un partido es aburrido y he visto algunos es posible que los aficionados quieran ir a otro o pasear por los pasillos», declaraba el presidente de la Federación Francesa de Tenis, Gilles Moretton, durante el último Roland Garros. Las jugadoras argumentan que sus encuentros no se promocionan lo suficiente y que siempre acaban programados en las peores horas, fuera del turno de noche, por ejemplo, aunque también hay voces que las señalan directamente.

«El tenis femenino se ha convertido en algo monótono, las jóvenes juegan de la misma manera», analizaba Martina Hingis, una de aquellas estrellas que formaron la época dorada, junto a Steffi Graf, Monica Seles, Lindsay Davenport, Arantxa Sánchez Vicario, Jennifer Capriati, Justine Henin, Serena y Venus Williams o Maria Sharapova. Al contrario que el suyo, en los últimos años, en el tenis femenino se ha impuesto un estilo defensivo, desde el fondo de la pista, con golpes más planos y menos arriesgados que no benefician el espectáculo. Swiatek es una posible exponente, pero hay más, la mayoría.

En el horizonte existen claros, como la temporada de la estadounidense Coco Gauff, de 19 años, llamada a heredar los seguidores de Serena Williams, o la aparición de la china Zheng Qinwen, de 21 años, un perfil necesario más con el caso Peng Shuai sin resolver. Pero el tenis femenino tardará en revertir la crisis evidenciada en las últimas WTA Finals, unas gradas a medias, prácticamente vacías, sin público, realmente sin público.



2009-2017, "LA ÉPOCA DORADA DEL TENIS MALAGUEÑO", ¿DAVIDOVICH?. Álbum de tenistas malagueños.