José Roses para andatenis.blogspot.com
Buenas tardes a todos:
Ya de vuelta de un pequeño descanso y con la rutina ya a toda máquina. Espero que todos hayáis disfrutado de vuestras merecidas vacaciones.
Hoy os voy a hablar de algo que ha pasado, pero que lleva pasando mucho tiempo, y no veo visos de que encontremos entre todos una solución. Os pongo en situación.
Jugadora de quince años, bastante buen nivel, que va a realizar un stage de competición a una afamada academia con el nombre de un ex top-ten del mundo por bandera, para no dar muchos datos. Obviamente, con recursos e infraestructuras para dar y tomar.
El segundo día en el que dicha jugadora se encuentra allí, podemos decir que la asaltan, y con “dulces palabras”, la invitan a quedarse con ellos todo el año, pagando obviamente. Que si tienes muy buen nivel, que si tu técnica es muy depurada y trabajada, que si aquí vas a dar un salto de calidad, que si “la abuela fuma”… Y no fue el afamado ex top-ten a hablar con ella, o su lugarteniente. No, no, se lo dijo un entrenador de los que tienen a decenas, en fin, un “captajugadores”, un “cazatalentos”, yo diría un “ave rapaz”. Contratados para por supuesto enseñar y mejorar el nivel de los jugadores que pagan muy bien y religiosamente, pero además, para cazar a todo o toda que sea susceptible de ser cazado.
Imaginaos la reacción de la niña, no engañada, pero sí confundida, ante el inusitado interés de semejante academia.
¿No hubiera sido más fácil hablar primero con los padres, o si no, llamar a su responsable técnico o entrenador?. Por supuesto que no, hablamos primero con la niña, le ponemos el caramelo, y ya ella que presione en casa para que sus padres hagan lo posible y lo imposible con el fin de contentar a su hija, proyecto de gran tenista, según le han dicho este verano.
Tengo que reconocer que esto existe a mucha menor escala en cada provincia, pero lo que aún me parece peor es hacerlo desde una posición de fuerza como la que te ofrecen esas afamadas academias, nicho de talento, pero también de niños y niñas confundidos con su verdadero nivel.
Realmente no le veo mucha solución al asunto, porque estos chavales van allí porque quieren, nadie les obliga, y al final esto no deja de ser un negocio, a veces más limpio, en momentos determinados menos limpio.
Me encantaría que la Federación Española reabriera el famoso C.A.R. de forma permanente, que retomara su actividad, y ayudara en la formación y progreso de nuestros jóvenes talentos, mientras tanto tendremos que estar ojo avizor, cuidado con las rapaces.
Un abrazo a todos
José Roses
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