Málaga, 30 de noviembre de 2015
Por Jorge Mir Mayor
Competir con miedo no es un defecto; es parte del juego.
El miedo puede ser negativo: bloquea y genera dudas.
O puede ser positivo: concentra, motiva y fortalece.
El secreto está en cómo lo manejas. Bien canalizado, el
miedo se convierte en energía que impulsa cada golpe, cada decisión, cada
movimiento en la pista.
Todos lo sentimos en los momentos decisivos; la diferencia
la marcan quienes saben usarlo a su favor.
Los grandes entrenadores lo entendieron siempre: confiaron
en sus jugadores, les dieron libertad y acompañamiento.
Por eso, jugadores como Carlos Alcaraz pudieron soltar su
creatividad explosiva; Jannik Sinner construyó un tenis sólido y cerebral;
Björn Borg dominaba desde el fondo de la pista gracias a la confianza que le
dieron; y John McEnroe pudo expresar su estilo y técnica únicos porque nadie
intentó encasillarlo.
Cada jugador es distinto. La labor del entrenador es
guiarlos, inspirarlos y darles la confianza necesaria para explorar su propio
juego.
Cuando logran jugar sin ansiedad, sin presión, aparece la
verdadera magia del tenis: fluidez, creatividad, fuerza y alegría.
Convivir en determinados momentos con el miedo y
transformarlo en libertad es su verdadero poder.
Saludos. Jorge Mir



