Málaga, 4 de diciembre de 2025
Por Jorge Mir Mayor
Para mí, el tenis siempre ha sido mucho más que un deporte.
Cada golpe tiene su magia: un revés paralelo como los de Federer, una derecha angulada como la de Djokovic, la garra de Nadal corriendo a por una bola imposible, la frialdad elegante de Sinner, o la chispa creativa de Alcaraz. Todos mezclan precisión, esfuerzo y sensibilidad.
El tenis jugado con soltura, como lo hizo Serena, la
potencia de los golpes de Sabalenka o el brillante revés de Swiatek, invita a
detenerse, respirar y disfrutar del momento. En esa pausa, uno se siente más
atento, más tranquilo, casi más completo.
Es una danza entre cuerpo, mente e instante. Lo que veo
afuera genera algo adentro.
Cuando presencio un punto bien construido, un intercambio
vibrante o un revés poderoso, no solo observo la técnica: algo se mueve dentro
de mí. Esa belleza me conecta conmigo mismo y me recuerda que puedo apreciar,
concentrarme y encontrar equilibrio.
Captar la belleza del tenis es, en esencia, volver a uno
mismo: celebrar el armonioso equilibrio, la estética y el puro placer de
contemplar algo bien hecho.
Saludos. Jorge Mir


