viernes, 11 de mayo de 2018

Rafa Nadal ya está en cuartos del Mutua Madrid Open




La cifra, que a Rafael Nadal no le importa absolutamente nada e incluso la desprecia, dice que el español lleva 50 sets del tirón ganados en tierra, que es una barbaridad como las 21 victorias consecutivas en la superficie que tanto le ha dado. Para superar la gesta de John McEnroe, que en 1984 llegó a enlazar 49 mangas sin tachones, pero en pista rápida, Nadal tuvo que esmerarse en la noche madrileña para tumbar a Diego Schwartzman, un hueso duro y que, probablemente, sea de lo más combativo que puede encontrarse el balear hoy en día cuando pisa la arcilla. Acabó, sin embargo, como todos los otros, derrotado por 6-3 y 6-4 en una hora y 44 minutos.

De este Nadal superlativo destaca por encima de cualquier otra cosa su evolución con el revés, un golpe que está ejecutando con una maestría asombrosa, dominante incluso desde ese lado cuando a él siempre se le ha reconocido por la derecha a mil revoluciones. El número uno del mundo, como ocurrió ante Gael Monfils en su debut, ganó pista y abrió ángulos para desbordar al pequeño Schwartzman, quien propuso pelea en un inicio interesante y compitió hasta el último aliento.

Fue un primer set de casi tres cuartos de hora, con cuatro juegos durísimos hasta que en el quinto se desniveló la balanza. El argentino, que llegó incluso a tener una pelota de break, le pega duro pese a sus 170 centímetros, pero es que además tiene recursos y entiende muy bien cómo funciona el tenis en tierra batida. Por momentos, aguantó bien el intercambio, pero es un riesgo cas mortal el querer pelotear a Nadal desde el fondo sin ofrecer nada más. Obviamente, acabó en la cuneta.

Porque con Nadal no hay respiro, no hay tiempo para pensar. En ese quinto juego, el de la rotura del mallorquín, Schwartzman falló un remate clarísimo e inmediatamente después mandó un revés paralelo a la red, su condena en esa primera manga pese a hacer casi todo lo otro muy bien. La Caja Mágica, llenísima en sesión vespertina, se encendió con el primer zarpazo del héroe.



Pudo ir todo mucho más rápido de haber aprovechado Nadal su oportunidad en el primer juego del segundo capítulo, pero no tenía un enemigo de los que se rinden con facilidad. A Schwartzman le dio para prolongar la pelea un ratito más y se iba animando para imaginarse un imposible, para firmar la victoria de su vida. Otra vez será, pues tampoco tumbó al gigante en el quinto enfrentamiento entre ambos.

Se mantuvo el patrón y también en el quinto juego llegó el break, encendido el español cuando se puso con 3-2 y saque. Cerró el puño, dio un salto al cielo y exclamó un «¡Vamos!» que amilana a cualquiera, Nadal en estado puro. El pase a cuartos dependía, pues, de aguantar el saque (altísimo porcentaje de primeros, otro detalle a tener muy en cuenta), pero se le complicó más de la cuenta el epílogo cuando el suramericano se puso 4-4, enorme su voracidad y su valentía para pegarle con el alma. Le condena, sin embargo, su imperdonable error en el juego posterior, entregándose de mala manera con dos dobles faltas seguidas.



Nadal se cruza ahora con Dominic Thiem, que las pasó canutas para derrotar a Borna Coric. El austriaco, dicho está, es el relevo en esta superficie, al menos el que más prestaciones tiene, pero su curso no tiene nada que ver con el pasado, en donde sí que era un peligro real. Con todo, Nadal deberá estar alerta.

2009-2017, "LA ÉPOCA DORADA DEL TENIS MALAGUEÑO", ¿DAVIDOVICH?. Álbum de tenistas malagueños.