Nadal concede otro deseo a Madrid
El español supera a De Miñaur en la Caja Mágica
El recibimiento del Estadio Manolo Santana fue el preludio
de una tarde especial. Bajo una ovación cerrada a la altura de su leyenda, la
pista principal del Mutua Madrid Open acogió a Rafael Nadal con el arma más
poderosa: una inmensa demostración de cariño en primera persona. Con la
cubierta cerrada por las lluvias, el ambiente multiplicó su efecto sobre la
tierra batida. ‘¡Rafa!, ¡Rafa!, ¡Rafa!’ bramaba el graderío, repleto de
banderas con su nombre y aficionados de todas las generaciones, unidos en su admiración
por el máximo campeón histórico del torneo.
La respuesta sobre la arcilla, como no pudo ser de otra
forma, estuvo a la altura del espectáculo.
En la última participación de su carrera en la Caja Mágica,
el antiguo No. 1 mundial atravesó una prueba de fe. El recuerdo del partido
entregado una semana atrás en Barcelona no detuvo las fuerzas de Nadal, capaz
de resistirle la mirada por 7-6(X), 6-3 al australiano Alex de Miñaur, uno de
los 10 primeros favoritos del cuadro y uno de los mejores jugadores del año.
Por encima del resultado, uno de los más brillantes en los últimos dos años, el
valor del partido estuvo en el precio a pagar sobre el polvo de ladrillo.
“Ha sido una tarde increíble”, reconoció el español. “Jugar
aquí en Madrid con esta gente para mí es una sensación única. Volver a vivir
una tarde así significa muchísimo. Solo puedo agradecerles a todos hacerme
sentir de esta manera, lo he disfrutado mucho”.
El mallorquín se sumergió en una prueba de resistencia ante
el australiano, uno de los mayores obstáculos tácticos imaginables en este
momento. La velocidad de piernas del No. 11 del mundo, capaz de estirar del
primero al último de los intercambios, apareció como una pared ante las manos
del español. Lejos de amilanarse por la dimensión del reto, Nadal se lanzó con
el espíritu de antaño a la conquista del partido.
Que Rafa optaría a la victoria quedó claro desde los
primeros puntos. El español arrebató el primer turno al resto y pilotó el
marcador antes de romper a sudar, marcando una diferencia con el partido de una
semana atrás en Barcelona. Lejos del laberinto de dejadas que lo atrapó en la
Ciudad Condal, Nadal planteó el choque desde un intercambio de golpes directo,
aceptando el ritmo de pelotas del australiano para competirle el resultado.
Así, en una primera manga de ida y vuelta, el balear remó con furia hasta el
desempate. Un muerte súbita donde aceptó la desaparición de un 6-2 hasta
atrapar con tesón su quinta pelota de set.
El dominio parcial del marcador no sació el hambre del campeón,
que volvió a golpear a su rival en el nacimiento de la segunda manga. Con el
cuerpo ya caliente, y apoyado por el aliento del público, Nadal nunca permitió
a De Miñaur volver a igualar el marcador, reteniendo con inteligencia una
ventaja que lo encumbró hasta la victoria.
“He alcanzado un buen nivel de tenis, creo que he hecho
cosas positivas. Estoy muy feliz por haber podido ser competitivo ante un gran
jugador como Alex. El ambiente ha sido una locura y no puedo agradecer lo
suficiente el cariño a los aficionados”.
Un ambiente de agradecimiento acompañó a Nadal en su camino
a los vestuarios, cerrando una tarde de emociones a flor de piel en la capital
española. Con una de las victorias más vibrantes que se recuerdan, el
mallorquín subrayó una de las señas de identidad que lo han acompañado a lo
largo de su trayectoria: una infinitiva capacidad de desafiar la lógica y
sorprender a quienes le observan.
Por encima de todo, Nadal abrió las puertas de una nueva
oportunidad. La de seguir curtiendo el cuerpo con minutos de competición y el
alma con las sensaciones que lo llevaron a la cima. Este lunes, con una ciudad
entera a la espalda, el balear medirá sus golpes ante el argentino Pedro
Cachín. Una cita imperdible en los interiores de la Caja Mágica.
En Madrid, donde Nadal escribe un epílogo a su leyenda, la
pluma volvió a entrar en el tintero.