Por José María Sexmilo
PADRES
Aunque usted lo haya escuchado en ocasiones, los padres no
siempre son el cáncer del deporte y de los deportistas, si bien es cierto que
en ocasiones lo son, no se dan cuenta, lideran la carrera del hijo y a veces la
destrozan. Pero son los menos. En la
carrera de un deportista el padre puede cobrar un protagonismo que
habitualmente no merece porque, entre otras cosas, no tiene conocimientos
suficientes para liderar esa línea que puede llevar al éxito o al fracaso. Es
una pena que haya padres que, en el mundo del tenis, no pregunten al entrenador
su opinión sobre su hijo, sobre su progresión, su futuro, sus posibilidades de
éxito… en conclusión, la opinión profesional sobre el recorrido que pudiera
tener en un futuro. Si esos padres fueran valientes a la hora de preguntar, y
los entrenadores sinceros en el momento de responder, habría menos fracasos y
más chicos con estudios.
No conozco personalmente al padre de Carlos Alcaraz, pero es
un tipo que cae bien. Este personaje que siempre está en segunda fila del palco
de jugadores, detrás de los técnicos, no gesticula, no grita, no se pone rojo,
no le dice nada a su hijo… es como si no estuviera. Vamos, como si Carlitos
fuera huérfano.
Alcaraz padre, para quien no lo sepa, es entrenador Nacional
y ha sido jugador y director de Escuelas de Tenis. Es por esto por lo que no
cabe en la cabeza de muchos que no participe del plan técnico/táctico de su
hijo. Los que le conocen cuentan que él entregó a su chico a Juan Carlos
Ferrero y su Academia de Villena hace años, y que le concedió toda la autoridad
para hacer y deshacer. Eso es un padre, un buen padre de deportista. En los
Congresos de Entrenadores siempre nos han dicho que el padre debe ser padre y
punto. No se puede ser padre y entrenador, porque para entrenador ya está quien
está. Cada uno debe trabajar su área y nada más. Pero esto que parece tan
fácil, no lo es aunque parezca mentira. Hay padres que empiezan opinando y
quieren acabar mandando, y eso no puede ser.
Todo en esta vida, para bien o para mal, conlleva una
enseñanza. Por eso, lo ideal sería que los padres de los jóvenes tenistas
aprendieran la lección que nos da en cada partido de su hijo Carlos Alcaraz
padre. Sí, ya sé que no es fácil, que a muchos les gustaría gritar, gesticular,
quejarse al juez de silla, insultar al contrario y, en fin, llevar a cabo esas
conductas que para nuestra desgracia son bastante habituales en los niveles
medios. Pero eso no puede ser, porque el padre que no es capaz de estar viendo
a su hijo sin ser protagonista, debería abandonar la grada, ir al bar del club y leerse el periódico con
un descafeinado mientras el hijo acaba su partido. Y que la gente que le vea al
chico, mire a su alrededor y piense que el pobre no tiene a nadie a quien
recurrir. Vamos, como Carlitos. Como si
fuera huérfano.
JOSEMARI SEXMILO
Entrenador Nacional de Tenis
Publicado en Diario de Noticias de Navarra (16.AGO.2025)