Hace 40 años, Barbie Bramblett perdía un partido en el US
Open por 6-0, 5-0 y 40-0. Afrontó 18 match points en contra. ¿Te creerías si te
digo que acabó ganando?
1983, fecha en la que Barbie Bramblett decidió demostrar que los partidos imposibles también se pueden ganar. Y no solamente una vez.
En el mundo del tenis existen pocas sensaciones más
satisfactorias que salvar una bola de partido. En el US Open de 1983, la
estadounidense Barbie Bramblett llegó a salvar 18 en un duelo que perdía por
6-0, 5-0 y 40-0. La hazaña parecía imposible, pocos fueron los que se quedaron
en la grada, los mismos que una hora después se frotaban los ojos al no creer
lo que acaban de ver. ¿Que cómo lo hizo? Cuarenta años después, ella es la
primera que todavía se lo sigue preguntando.
Barbara Christine Bramblett (Houston, 1964) es un nombre que no encontrarán en ningún libro de tenis. Su titulo en la Orange Bowl sub16 de 1980 presagió una carrera que nunca llegó. Se hizo profesional con 18 años y se retiró a los 21, compitiendo solamente durante tres temporadas donde llegó a ser #60 del mundo. Sus mejores resultados fueron unos cuartos de finales en Tokyo (1982) y en Miami (1984), pero pronto se daría cuenta que aquel estilo de vida no estaba hecho para ella. Eso sí, le dio tiempo a firmar una de esas victorias tan míticas como incontestables, un triunfo que fue ganando dimensión con el paso del tiempo.
El milagro se produjo en la fase previa del US Open de 1983.
Barbie se enfrentaba a su compatriota Ann Hulbert por avanzar a la última ronda
de la Qualy, pero aquel día no salía nada. Perdió el primer set, los cinco
primeros juegos del segundo y los tres primeros puntos del sexto juego.
Matemáticamente era imposible estar más por debajo en el marcador: 6-0, 5-0 y
40-0. Es entonces cuando empiezan a llegar las bolas de partido. Una, dos,
tres, cuatro, cinco… así hasta 18, igual que la edad que por aquel entonces
tenía Bramblett. Los minutos pasaban a la misma velocidad que ella iba evitando
el abismo, así fue como pasó de estar a un punto de la temida ‘bicicleta’ –el
dobe rosco– a terminar celebrando la mayor remontada de la historia del tenis
(0-6, 7-5, 6-3).
“Obviamente, pensé que el partido estaba terminado, me
sentía muy avergonzada”, contaba la estadounidense en una entrevista en Chron
años después. “En ese momento comencé a buscar efectos con la pelota y mi juego
mejoró milagrosamente. De verdad, fue un milagro, literal. Cada pelota que
golpeaba terminaba cayendo en la línea, no podía creer lo que estaba
sucediendo. Una hora después había ganado el partido, diría que fue el
destino”, asegura la mujer que terminó licenciándose en Historia y sacando un
Máster en Diseño y Tecnología, además de obtener un doctorado en Inglés y
Comunicación Técnica.
“Cuando me encontré con Ann en la red, simplemente le dije:
‘Buen partido’. Supongo que no fui muy original en ese instante. Mientras salía
de la pista vi a Brad Gilbert en una cancha cercana y me acerqué a contárselo.
‘Oye Brad, ¿sabes lo que acabo de hacer?’. La verdad es que todavía no lo había
asimilado, se quedó asombrado cuando lo escuchó”, relata Barbie con ilusión,
como si fuera la primera vez que rememora esta anécdota. “Luego me encontré a
Martina Navratilova en un ascensor y me dijo: ‘Oye, ¿en realidad no hiciste lo
que escuché que hiciste hoy, verdad?’. Cuando le dije que sí no pudo
reaccionar, se quedó en blanco”.
Mientras Barbie realizaba en la pista el mayor prodigio que
se recuerda, poca gente conoce lo que sucedió en la grada. Su madre, quien la
acompañaba en aquel torneo, llegó un punto en que decidió abandonar el estadio.
Y no volvió. La cara que pondría horas después al conocer el desenlace del
encuentro tuvo que ser apoteósica, pero mejor tuvo que ser la de su hija al
explicárselo. Una pena que aquello no tuviera ninguna repercusión, ¿se imaginan
algo así en 2023? En redes sociales no se hubiera hablado de otra cosa.
¿OTRO MILAGRO?
Barbie Bramblett apenas pudo cumplir sus sueños como
profesional, ni siquiera pudo celebrar una simple victoria en Grand Slam: 0-7
en singles, 0-4 en dobles y 0-1 en mixtos. Pero había algo que sí se le daba
bien, las remontadas. En 1984, en la Qualy del Avon Futures de Nashville, la
estadounidense subió su propia apuesta salvado ¡20 bolas de partido! ante Kathy
Holton, activando de nuevo los súper poderes cuando perdía por 6-1 y 5-0. ¿Otra
vez el mismo desastre? No, otra vez la escalada inverosímil: 1-6, 7-5 y 6-0.
Aunque esta actuación no diera tanto que hablar como la anterior, sí bastó para
etiquetar a Barbara como la mujer de las victorias imposibles. Una pena que a
los 21 años se quedara vacía, sin energía ni alicientes para mantenerse en la
brecha.
“Estuve sola la mayor parte del tiempo, sin padres ni
entrenadores. Viajé sola por Europa y Asia durante meses. Me faltó apoyo, era
muy joven y no estaba preparada para entrar en la gira profesional”, explica en
una entrevista reciente con Tennis Magazin. “No había nadie en el vestuario con
quien pudiera hablar de las derrotas, además me faltaban muchos conocimientos
de tenis. En aquel momento no tenía tiempo para aprender y comprender este
deporte”, valora la de Houston echando la vista atrás.
Por ponerlo todo en perspectiva, cabe mencionar que el
récord masculino de match points salvados lo tiene el estadounidense Wilmer
Allison, que salvó un total de 18MP en un partido de Copa Davis en 1930 ante el
italiano Giorgio De Stefani. Eso sí, terminó perdiendo cuando llegó la número
19. Ya en la Era Open, el récord lo tiene Adriano Panatta, que salvó 11MP ante
el australiano Kim Warnick en el Abierto de Italia de 1976. En esa ocasión, el
romano sí terminó celebrando la victoria.
¿Y cuál es el papel de nuestra protagonista en el deporte?
En los libros de historia, ninguno. En los libros de récords, asiento
preferente. A punto de cumplir 59 años, la mujer de los milagros se dedica
actualmente a enseñar tenis en el City Club y a dar clases de pintura, alejada
por completo de aquellos tiempos donde solventaba auténticas catástrofes a base
de disciplina y corazón. Ya lo saben, si alguna vez piensan que un partido está
imposible de ganar, recuerden a Barbie Bramblett, la mujer que estiró hasta el
límite la primera ley no escrita del tenis: Hasta la última bola, todo es
posible.

