El argentino relata su historia personal antes de la
despedida
Juan Martín del Potro afrontará el próximo 1 de diciembre ‘El Último Desafío’ de su carrera, un partido de exhibición junto a Novak Djokovic en el Parque Roca de Buenos Aires. La cita, organizada para cerrar la trayectoria deportiva del argentino, será el broche a un camino repleto de obstáculos para una de las grandes estrellas modernas del ATP Tour. La ‘Torre de Tandil’, a sus 36 años, cerrará la puerta a una historia de perseverancia, búsqueda de la esperanza y, finalmente, resignación ante las lesiones.
En un profundo testimonio compartido a través de las redes
sociales, Juan Martín desgranó el calvario vivido durante años al margen de las
pistas. El campeón del US Open 2009 expresó a corazón abierto las dificultades
de su vida cotidiana, las limitaciones impuestas por un cuerpo desgastado y un
deseo tan simple como valioso: poder afrontar el futuro con una mínima calidad
de vida.
Las palabras emergen casi tres años después de su último
partido como profesional. El 9 de febrero de 2022, sobre la arcilla del
Argentina Open, Juan Martín se entregó sobre la arcilla porteña despidiéndose
de su gente. No logró superar ningún partido y, en el único que disputó, apenas
logró enlazar cuatro juegos antes su compatriota Federico Delbonis. Poco
importaba aquello para una mente que buscaba desconectar de una tortura.
“Cuando juego el último partido con Delbonis,… la gente no lo supo y yo nunca lo conté. Al día siguiente me tomé un avión a Suiza y me volví a operar la rodilla. Esa fue mi quinta cirugía. A partir de ahí, nunca más hice públicas mis cirugías”, desveló. “Cuando en la conferencia de prensa previa al partido con Federico yo digo que probablemente sea mi último partido, ahí encontré un poco de paz. Corté con algo que me pasaba constantemente, que era ese ‘Delpo, ¿Cuándo volvéis a jugar?’, ‘¿te volveré a ver en un torneo?’. Yo no podía más del dolor de pierna. Ahí me dije que esto lo tenía que hacer en perfil bajo, en secreto,… Si llega a funcionar, hago un anuncio de que vuelvo realmente”.
“Me fui a Suiza, estuve allí como dos meses encerrado en un
pueblo cerca de Basilea. Me operaron, hice rehabilitación y no funcionó. A los
dos meses y medio me dicen ‘nos quedó otra cosita, te vamos a volver a operar’.
¡La sexta! Después, me fui a Estados Unidos, seguí rehabilitando y entre
cirugía y cirugía probaba tratamientos,… Debo tener más de 100 inyecciones en
la pierna y en la cadera, en la espalda,… Me infiltraron, me sacaron, me
analizaron, me quemaron nervios, me bloquearon tendones,… Un sufrimiento a
diario, que tengo a diario. Y así vengo desde ese último día con Federico hasta
el día de hoy, que no dejan de contar los dos años previos también desde el día
de mi lesión. El partido este era para decir ‘chau, tenis’. No tengo más
ilusión de volver a jugar porque el cuerpo no me lo permite”.
Ese bucle ha sido una constante para una figura llamada a
marcar época en el ATP Tour, presa de un cuerpo que le ha impedido rendir con
constancia. El antiguo No. 3 mundial, castigado en muñecas y rodillas de
principio a fin en su carrera, nunca logró librarse de un lastre temido por
cualquier atleta, desgastando la mente en busca de una solución que nunca
llega.
“Cuando yo me operé la primera vez a mí el médico me dijo
‘en tres meses vas a volver a jugar’. Esto fue en junio de 2019. Yo me había
anotado en los torneos de Estocolmo, Basilea y París porque el médico me dijo
anótate que llegas bien con los tiempos para jugar. Y después, desde la primera
cirugía hasta hoy, nunca más pude subir una escalera sin dolor. Un viaje a
Tandil que hago a diario, de cuatro horas, tengo que frenar a mitad de camino,
pararme y estirar las piernas. Me duele muchas veces para dormir, cuando me
giro de lado me despierto porque me pegan unos pinchazos que son muy feos.
Viene siendo como una pesadilla sin final. A diario sigo insistiendo en buscar
soluciones, médicos y alternativas. Todavía no la encuentro. Todo empezó en
aquella primera cirugía. La verdad es que cada vez que lo pienso me genera
muchísima emoción mala. Me da mucha bronca, angustia, impotencia,… Pero no lo
puedo cambiar”.
Del-Potro-Buenos-Aires-2022-Bandana
En ese eterno camino por la angustia, Del Potro opta por abrirse y compartir su historia, buscando ayudar a personas que se sientan identificadas. Una luz al final del túnel al que agarrarse.
“Siento que tengo que contarles cómo estoy porque me hace
bien, siempre tuve conexión con el público y tal vez este mensaje pueda
inspirar o ayudar a otra gente. Como cuento mi vida cotidiana no es la que yo
deseo. Yo era un tipo muy activo, al que le gustaba mucho hacer deporte, no
solo jugar al tenis. De repente, me invitan a jugar a un fútbol y soy el que
lleva el mate y se sienta afuera, o van a jugar al pádel y hago los videítos.
Para mí esto es terrible. Además de que, desde lo deportivo, me quitaron la
ilusión de hacer lo que siempre me gustó hacer que era jugar al tenis”.
“Unas cosas son las piedras que pueden aparecer en el
camino, como las lesiones que es lo más complicado para un atleta, pero otra
cosa ya es el dolor emocional. Yo me sentía muy poderoso y fuerte en afrontar
esas piedras que me aparecían y que siempre le ganaba. Dentro de lo lógico. Era
fuerte pero al final del día me doy cuenta de que no sé si lo soy tanto. Lo de
la rodilla, siento que me ganó”.
El alma de competición que corre por su interior, sin
embargo, le empuja a despedirse del tenis como hubiera deseado. Dentro de una
pista, bajo un gran ambiente y con un rival legendario al otro lado de la red.
Dentro de las limitaciones del día a día, Del Potro se prepara para vivir una
despedida a la altura de su figura. En apenas unos días, rodeado de su gente en
Buenos Aires, con el jugador más laureado de todos los tiempos como compañero.
“Ojalá algún día se acabe porque quiero vivir sin dolor. Me
puse de nuevo con la dieta, bajando de peso, me puse a entrenar. Quiero llegar
lo mejor posible, lo más en forma posible. Pero es un evento, es un show para
decir adiós. Ya no hay más vuelta atrás. Creo que el toque final se lo da
Djokovic, que fue muy generoso en aceptarlo para venir. Para mí, más allá de
ese momento personal mío, quiero que junto a la gente le demos mucho amor a él.
Que él se lleve el mejor recuerdo de Argentina y sus fans argentinos. Si al
menos por una, dos o tres horitas puedo tener un poco de paz en mi pierna y
disfrutar algo adentro de una cancha de tenis por última vez sería muy bonito.
Y poder devolverles desde adentro y junto a Novak un lindo momento, tanto amor
y cariño, y que se lleven un buen recuerdo de esa noche”.